El viento arrastra una lagrima de gratitud,
dejando escapar a Cecilia,
que camina en ascenso esquivando ausencias,
dejando atrás el callejón mal asfaltado,
repleto de tantas nadas que asusta,
llevándose con ella el naranja de los atardeceres,
el olor a pescado, libros, unas gafas,
miedos y eternidades.
Se marcha con la rotundidad asfixiante,
del adiós a las únicas mentiras que no nacieron para hacer daño.
3 comentarios:
Según interpreto...
Hay mentiras que empujan a tomar decisiones que aunque sean duras y terribles... benefician.
Un gusto visitar tus letras.
Que tengas un gran día.
***
Un adiós es siempre un ascenso, pero nos cuesta muchísimo darnos cuenta
Lindo blog. Parabéns
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