martes, 5 de agosto de 2014

24

Morirme antes de los treinta ya no me resulta apetecible,
los adolescentes me parecen casi más odiosos que los niños,
me he vuelto antihippie y ya no creo en los para siempre,
aunque definitivamente sí en los nunca más.
Trasnochar me sienta mal, 
empiezo a encontrarle significado a términos como el de "pesadez de piernas",
he descubierto que amo el guacamole y la ropa vintage.
Me he hecho daño a mí misma y he sabido perdonarme.
He aprendido a dar valor a quien lo merece,
que suelen ser aquellos que se han molestado en conocerme de verdad 
y saben cosas como que adoro el olor de los gatos,
las patatas fritas y que me rasquen el culo.
Muchos recuerdos, muchas personas, ya no duelen
y los que duelen, ya no sangran.
Madrugo a diario y empiezan a ocurrirme cosas fabulosas,
cosas como que me apesten los sobacos cuando estoy con la regla.
Ahora las reuniones con amigos son escasas,
aunque cuando nos juntamos somos más,
y no es difícil imaginar que dentro de poco seremos más aún. 
Aun así sigo yendo descalza a todos lados y viendo pelis de dibujos,
y siendo una jodida llorica y una adicta al chocolate,
y aún me toco las orejas cuando estoy a gusto o tengo sueño,
y sigo escribiendo, como nunca, como siempre.


No hay comentarios: